Hay varias definiciones de la palabra religión: una de ellas dice: “La religión es el conjunto de creencias, mitos o dogmas acerca de la divinidad, y de prácticas rituales para darle culto”.
Otra dice: “La religión es la suma de deberes, ritos y verdades destinadas a venerar a la divinidad”.
Otra más dice: “La religión es la inclinación habitual a la divinidad, que se expresa con la admisión de los dogmas, moral y ritual que sirve para confesar la excelencia y el dominio supremo de la divinidad”.
Según Carl Marx, “La religión es el opio de los pueblos”, y lamentablemente esto ha sido realidad cuando ha habido líderes y/o sistemas religiosos que han tratado de sumir a los pueblos en la ignorancia y la superstición con el propósito de evitar la resistencia a la explotación del hombre por el hombre. Pero no siempre, ni todas las religiones deben ser comparadas con el opio en ese sentido. La religión cristiana, y más las ramas derivadas de la reforma religiosa del siglo XVI, ha contribuido notablemente al progreso de la humanidad, lo cual se puede comprobar echando un vistazo al mapamundi. Los países más adelantados, y donde más se respetan los derechos humanos, son aquellos donde el cristianismo ha florecido con menos influencia pagana.
Se dice que la palabra «religión» proviene de otra palabra latina que significa «religar», en el sentido de volver a ligar (atar o unir) lo que se había desligado, y eso confirma la idea que nos proporciona la Biblia.
La Biblia dice que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, por lo que originalmente el ser humano era bueno en gran manera, y gozaba de íntima comunión (estaba ligado) con su Creador. Luego, a causa del pecado, el ser humano se «desligó» del Ser Supremo, pero Dios, siendo amor, proveyó un plan de rescate (redención o salvación) por medio del cual el hombre pueda, si quiere, «re-ligarse» con su Hacedor.
Ese plan de rescate, divinamente revelado, es la religión verdadera. Otros sistemas, inventados por los hombres, pueden tener mucho de positivo, pero definitivamente a nadie religan con el Dios de verdad.

Ob. B. Luis, Xalapa, Méx., abril de 1999